viernes, 12 de marzo de 2010

Grita antes de morir.

Desperté hace poco más de una hora, sigo inmóvil, casi desequilibrada, con la suma de esfuerzos que reuní conseguí ponerme en pie, no importa si tengo los ojos abiertos o cerrados este agujero es la suma de todas las sombras que de pequeña me atemorizaban, me dirijo a un rincón donde recuerdo, me espera lo único reconfortante en metros cuadrados; un sillón derruido.

Aún recuerdo con dolor los motivos por los que decidí fugarme de ese universo de colores con personas y sus sencillas mentalidades, perdí la cuenta de los días y las noches, ellos dicen que ha pasado un año, mamá y papá, que vienen a visitarme, a tratar de alegrarme, después de alimentarme, charlan cotidianamente y luego continúan con sus vidas.

Apuesto que nunca imaginaron tener una hija como yo, loca, como la gente suele llamarme, ellos no saben la verdad, y yo, no tengo tiempo de instruirlos sobre mi realidad.

Insensata, mi corazón dejó de latir, mi sangre de correr, me convertí en parapléjica y muda, aletargada, con un nudo en la garganta y es que es simple yo sólo deje de sentir.

Ignoro la ira, el rencor, el dolor, la tristeza o cualquier otra emoción, olvidé como deben ser esos pequeños detalles que dan al ser los suaves matices que hacen madurar.

El frío irónicamente ya no puede quemarme, mi rostro borró cualquier expresión, sólo quedan vagas regresiones de esa imagen que me hacia sonreír, era una silueta masculina con fuertes piernas, una enclenque figura casi risible, con ojos gigantes y llenos de luz, un torso cálido y delgados brazos que me arrastraban hacia él con fuerza, apenas podía respirar con tan magnánima sensación, mis pulmones se embriagaban con un respiro de aroma de su cuello, eran pequeñas cosas con las que aprendí a amar, con lo que me sentía dichosa.

Reducida a guiñapo sentada en mi laberinto lúgubre es donde habito alejada de cualquier arma con que pueda arrebatarme “la vida” si es que así puedo nombrar a lo que me pasa al transcurrir las horas.

Pues ocurre que yo estoy muerta, lo único extraño es que respiro, sólo eso, mis pensamientos se fueron siguiendo al hombre elocuente que me hizo adicta a decir cosas que le interesaban a alguien, mi cuerpo antes de ser mío era una extensión de su mano derecha, que ahora sujeta la mano de alguien mas,



Me siento satisfecha, pues logré sentir todo lo que los humanos experimentan, desde deseo, amor, lujuria, pasión, necesidad, cariño, hambre, sueño, hasta la miseria repugnante del olvido. Recorrí el mundo con el tomado de mi mano, entendí el sentido de las promesas y los juramentos. Conocí la verdad y sufrí al mentir, volé en un cielo despejado, habité en donde él y yo éramos dueños de tierras lejanas, dominando no más de nuestra propia existencia, contemplé maravillosas estrellas de cerca, me convertí en muñeca, en princesa.



Huraña, no pude hacer más que destruir a mi paso afiches que me incitaran al recuerdo, quise evitar aferrarme a su majestuosa imagen, patética, imploraba a gritos que volviera, que tuviera la decencia de devolverme esas tontas ilusiones que me había robado, sólo exigía mis pertenencias, él prometió que estaríamos juntos toda hasta dejar de respirar, sólo quería que lo cumpliera, no lograba comprender como se atrevió a arrancarme las entrañas y huir con ellas, las esparció y mancilló con tal cinismo que me arrancó el sentido, regresé a sentarme en mi rincón a esperar entre sollozos.

Esto ya no puede lastimarme, parece que soy inmune, ahora soy libre, ¿!libre!? Vaya libertad, atada con recuerdos, apática, introvertida, mutilada emocionalmente, sin alma, y un hígado reducido a cenizas, quedó un hotel sin luz ni calor, austero y descuidado.

por:
Ana Rvlvr

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