miércoles, 10 de marzo de 2010

Insomnio mental


Insomnio mental
Como alguien que canta a las mañanas brillantes, que alude notas en do menor a las nubes blancas que a sus anchas merman la psicotrópica obscuridad del cielo, alguien que en las palabras ve el espejo de los sentimientos del alma te escribo yo ésta mañana.
Es sólo para agradecerte, sé que sueno típicamente normal, pero ¿cómo puedo entonces compensarte todo lo que has hecho por mi sin siquiera pensar en qué he dado yo por ti? Una más de las interrogantes que siempre solíamos armar pero que ni tú ni yo supimos cómo desmembrar.
Hoy desperté aturdido y he pensado en cómo toda tu multifacética vida has estado dando vueltas en mi cabeza, taladrando mi mente y unas veces hasta oprimiéndome cada centímetro de cráneo hasta hacerme sentir la nefasta sensación de querer gritar a garganta abierta: ¡salte de ahí!, ¡lárgate de mi vida!, ¡nunca voy a ser tú!...no te enojes, sabes que esos gritos no van dirigidos a ti, jamás podría escribir palabras que te pudieran lastimar.
Tú eres quien más me conoce, pero el hecho de comprender a una persona implica tiempo, cuando te digo tiempo es ¡verdadero tiempo!, no bromas ni absurdos juegos de niños románticos que juegan a reconocerse en uno o dos, quizás tres años, has estado presente en mi soledad, nunca te vi, pero sé que estuviste ahí conmigo o más bien nunca tuve tiempo de voltear a verte, ahora doy cuenta de lo arrogante y mezquino que fui contigo.
Años pensando y todavía no encuentro la manera de hacer algo por ti. Mi actitud despectiva hacia ti es la morfina para sosegar la frustración que causa en mi saber que te alejas sin decir una palabra… sin hacer ningún movimiento.
Sólo tú has estado conmigo en la guerra y en la paz, ahogado en el mar o hirviendo en fuego, sólo tú has sido capaz de aguantar airosamente y de pie los huracanes mentales que han sacudido mi cabeza durante todos estos años, sólo tú eres capaz de soportar a una mente ya perturbada por excesos, algunos pasajeros otros bastante necesarios.
No sé si es tu afecto elogiable, ¿o será que has nacido con humor caritativo?, pero lo que has hecho por mí nadie lo ha hecho ni lo igualará; sólo pienso en un camino que me llevará a incontables destinos, contigo o sin ti, si te vas ya no seré el mismo, algo importante faltará en mi vida, será como dejar la jaula vacía con la puerta abierta que olvidaste cerrar, como un ojo sin su niña que no supimos cuidar, como una muñeca sin dueño… así te vas a quedar, como un sol sin su luna… así me han de dejar.
Te alejas casi sin moverte, tu respiración es imperceptible, tu boca no suelta palabra alguna, la palabra se te escapa pero tu corazón la frena, como muñeca de trapo te miro arrumbada en un rincón del cuarto donde hemos vivido casi 20 años, las mismas paredes que nos vieron pasar casi por todos los estados de ánimo.
Tú eres la única que peregrina mi desierto mental, y en mi autoexilio de la tierra prometida que son tus labios no me queda nada más que mi obstinada búsqueda del sueño y tanto tú como yo sabemos que es ésto el prolegómeno, el prólogo, la entrada al elogio del insomnio y sigo aqui pensando y los años van pasando consumiendome como un cigarrillo que el tiempo va fumando.
Por: Israel Zamarrón.