domingo, 21 de marzo de 2010

El temible príncipe azul.

La comunicación se desgasta con el paso de los años, o por lo menos, los medio electrónicos, crean un abismo entre la realidad y la ficción en el que somos aceptados por el falso parámetro que establecemos con lo propositivo que dejamos al descubierto, fortaleciendo la máscara hermosa que dibujaban lo que en ti quise ver.

Con tintes mediocres y pretensiones reflejadas en aparentar lo que no se posee, debilidad, fealdad, escudado con los argumentos generados en base a otras personas con vidas trascendentes, a las sombra de mujeres que dan vida a relatos banales emanados sin que me generaran algún interés, mi ser inestable anhelaba experimentar nuevamente las consecuencias de ejercer sentimientos adicionales, te busqué, hasta que comencé a tomarte en cuenta.
Esa calidez característica de tus palabras, frases hechas para edificar mentiras, castillos falsos, cinismo en tus labios, desbordando tu ego, una mente manipuladora, al ver tus ojos lo entendí de repente, nada te haría cambiar, pero simplemente cerré los ojos.
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En alternadas ocasiones me comentaban que me alejara, audaz me arriesgué a pesar de la irritación recurrente que me causaban tus presunciones, esas nauseas que intentaba eliminar con besos buscando consuelo, tranquilidad, robándose mi corazón.
La vanidad e indiferencia me atraían, esas sonrisas dispersas enriquecidas con tus elocuentes comentarios, por meses de experiencia en escupir palabras que hagan sentir especial a una dama, -¡No yo!.
Me enfermas, tus vacíos argumentos, carencia de honestidad, de seguridad, te fortaleces por medio de otros, amas, sin saber el significado de la expresión, tu ignorante modo de operar, alguien debería explicarte para que sirven los sentimientos o de menos, hacerte sentir especial.

No tardé mucho en darme cuanta, debo reconocer tu talento, no puedo decirte gracias, no puedo tener rencor, me queda un sabor a desilusión, me derramé al sentirme tan poco especial, no se trata de inmadurez, simplemente me gusta ser la única, miseria queda de ti, la misma que te hace mentir mirando a los ojos, jugar un doble papel.

Sólo eres el recuerdo de quien trasgredió la confianza, que no ganaste, sin respetar la única petición no tengo nada que agregar, espero no ofenderte, no exijo más, no te responsabilizo de mis emociones, espero no volverte a ver, no es correcto desear el mal, yo no lo hago sólo me voy.
Mutilando de raíz ése recuerdo, del corcel blanco, un escalofriante ser disfrazado de príncipe azul, es sólo un limosnero de piropos, que engrandezcan la pobreza que esconde tú sonrisa perfecta.


Por: Revolver.